martes, 6 de abril de 2010


¿Romántico? En absoluto. “Los amores obsesivos parecen idílicos en las novelas; en la vida real son una pesadilla que quita energía y gusto por la vida”.El enamorado o la apasionada (porque esta fijación no distingue entre sexos) adopta unas actitudes que no tienen nada que ver con una inclinación sana hacia alguien. Sus comportamientos se vuelven ‘ridículos’. Investiga, espía y se pregunta a cada instante dónde estará el otro, con quién y qué hará. No respeta su intimidad. Aparece por sorpresa donde sabe que está.
Quien se obceca por amor es capaz de dejarse humillar, sufre falta de apetito, de concentración y trastornos del sueño porque constantemente está maquinando cuándo y cómo se acercará a la persona deseada.
Sus pensamientos son irracionales y están distorsionados. “Si en ese periodo toma alguna decisión, lo hará en función de ese amor, aunque personalmente le perjudique”, dice la psicóloga Rocío Mayén.
No menos importante es el aislamiento social al que puede llegar. Como vive por estar con la persona deseada, deja a un lado a amigos y familia hasta que el flujo de comunicación entre ellos desaparece casi por completo. “Los allegados se impacientan y con la mejor intención dan consejos que la persona ya se ha dado, pero que no sigue”.

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